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¿Decir groserías alivia el dolor y aumenta la inteligencia?


El uso de lenguaje grosero o malsonante es una cuestión que ha generado debate durante mucho tiempo.


Algunos argumentan que el uso ocasional de groserías puede indicar un mayor nivel de inteligencia, mientras que otros consideran que esto refleja una falta de educación o control emocional.

Decir groserías es señal de inteligencia pues el uso de un lenguaje vulgar muestra un dominio del idioma y la capacidad de utilizar palabras en contextos emocionales o impactantes.

Se dice que aquellos que utilizan groserías pueden tener una mayor fluidez verbal y una mejor capacidad para expresar sus emociones de manera franca y directa.

Además, algunos estudios sugieren que las personas que utilizan lenguaje obsceno tienden a tener un vocabulario más amplio en general.

Por otro lado, hay quienes sostienen que el uso de groserías no tiene relación alguna con la inteligencia y, en cambio, está más relacionado con la falta de respeto, la agresividad o la incapacidad para comunicarse de manera efectiva.

¿Qué sucede cuando decimos groserías?

Sorprendentemente algunos estudios sugieren que utilizar lenguaje soez puede tener un efecto analgésico y ayudarnos a controlar el dolor.

Un estudio publicado en la revista “NeuroReport” en 2009, llevado a cabo por Richard Stephens y sus colegas de la Universidad de Keele en el Reino Unido, encontró que las personas que pronunciaban groserías mientras sumergían su mano en agua helada podían tolerar el dolor durante más tiempo que aquellos que utilizaban palabras neutrales.

Al decir groserías, nuestro cerebro puede percibir que estamos tomando medidas más agresivas o contundentes para controlar el dolor, lo que puede desencadenar una respuesta analgésica similar al efecto placebo.

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